La primera historia, como no podía ser de otra manera, me la contó mi abuela. Este relato nos traslada a finales de los años 20, o a los primeros años de la década de los 30, cuando ella vivía en una caseta de ferroviarios, en la provincia de Zamora.
Para los que no conozcan cómo estaba organizado el servicio ferroviario por aquellos entonces, han de saber que las casillas donde vivían los operarios de RENFE se encontraban al borde mismo de las vías del tren, aisladas, muchas veces en parajes agrestes, y distantes entre ellas varios kilómetros, en la mayoría de las ocasiones a mucha distancia de cualquier núcleo de población. En este contexto, es fácil adivinar los lazos de unión que surgían entre los ferroviarios de una de estas casetas, y los de la siguiente y la anterior de la misma línea de tren.
Pues bien, mi abuela vivía en una de estas casillas a la altura del pueblo de Santibáñez, y tenía una relación muy estrecha con sus vecinos de línea, el tipo de lazos sinceros que sólo la necesidad y la honestidad de la gente de aquellos años era capaz de forjar.
El hecho es que un día a estas personas empezaron a ocurrirles sucesos extraños en su casa. El más llamativo de ellos consistía en que, en ciertas ocasiones, los objetos de su ajuar sufrían un proceso de inflamación no inducida, de modo que, en las circunstancias más normales de una casa, mientras los inquilinos comían o estaban dormidos, había objetos que incomprensiblemente se envolvían en llamas, sin que llegara a averiguarse la causa.
Los días pasaron, y como quiera que el extraño fenómeno no remitía, la familia de ferroviarios pidió el traslado de aquella casilla, debido al temor a que aquellos fuegos inexplicables pudieran llegar a causarles algún tipo de daños.
En poco tiempo consiguió el operario de aquella casilla que se le destinase a otro lugar. Cuando llegó la noticia, esta familia sintió un gran alivio y, al cabo de pocos días, comenzaron a preparar la mudanza. Al final llegó el día tan ansiado de la marcha y, junto con otros compañeros de RENFE, dieron el adios a aquella casa en la que tan mal lo habían pasado. Entonces sucedió algo inaudito: en presencia de todos, el carromato donde habían cargado todos los objetos personales, se vio repentinamente, y sin que mediara actuación humana alguna, envuelto en llamas, perdiéndose irremisiblemente los escasos bienes de la familia.
Cuando mi abuela me contó esto, yo no podía creerlo. Era muy pequeño, y nunca había oído hablar de nada parecido. Sin embargo, pasado el tiempo, llegó a mis manos la narración de unos hechos similares ocurridos en Laroya, un pequeño poblado de Almería, cerca de Macael unos años después, por la década de los 40. Allí, los vecinos de los caseríos de la zona, pasaron noches verdaderamente infernales apagando fuegos que parecían salir de ninguna parte, mediando en esta historia informes de la Guardia Civil, noticias en la prensa, etc. Parece ser que los sucesos llegaron incluso a Franco, quien ordenó una investigación del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), la cual, al no encontrar evidencia empírica de la causa de los fuegos, fue retirada del lugar de los hechos, y el asunto silenciado hasta que las luminarias desaparecieron con el tiempo.
Lo más asombroso de esta historia es que una mujer sin lecturas ni conocimientos, como era mi abuela, me hablara de un claro suceso de combustión espontánea, sin haber sido sugestionada por el hecho de tener noticia de este fenómeno con anterioridad.
Espero que os haya gustado el relato y confío en que pronto este blog se enriquezca con las aportaciones de más miembros.
Un saludo
miércoles, 28 de octubre de 2009
jueves, 22 de octubre de 2009
Presentación de España misteriosa
Querido viajero, me gustaría que al visitar estas páginas abandones por un momento tus preocupaciones cotidianas, y te sientas transportado a un lugar en el que unos cuantos amigos nos reunimos simplemente para contar historias y para leerlas, como si este blog fuera la hoguera de leña alrededor de la cual se han sentado generaciones enteras durante cientos de años para realizar un acto tan bello y simple y, a la vez, tan olvidado hoy en día como es escuchar.
Me voy a presentar. Mi nombre es Álvaro y vivo en Madrid. Nací en Cáceres en 1985, aunque pasé la mayor parte de mi infancia en un lugar maravilloso llamado Garrovillas de Alconétar, pueblo singular donde los haya, por su habla, por su historia, por su gente. Después de vivir unos pocos años en Cáceres, me trasladé a estudiar a Madrid. Actualmente soy ingeniero técnico aeronáutico y reparto mi tiempo entre mi trabajo en una empresa consultora y las clases de organización industrial en la universidad, procurando no dejar de lado mi gran afición, que es la lectura.
Desde que tengo conciencia de mí mismo, una constante ha estado presente en mi vida: la curiosidad. Pero no me entiendas mal, viajero. No hablo de un interés morboso por la vida de los demás, actitud que siempre he considerado despreciable y que en no pocas ocasiones se transforma en vicio. Me estoy refiriendo a una sed que nunca se apaga por comprender o, por lo menos reflexionar sobre los misterios de la vida.
Cuando de pequeño visitaba a mi anciana abuela en un pueblo cercano, me quedaba embobado escuchándola durante largas horas en la soledad y quietud de la noche. Ella, que a pesar de saber a duras penas leer, se expresaba de esa manera tan especial que sólo los años y la madurez de toda una vida sencilla, imprime a las palabras y me contaba multitud de historias que alimentaban mi desbordante imaginación.
De entre todos sus relatos, los que más me impresionaban eran aquellos en los que narraba sucesos a los que no se encontraba explicación. Anécdotas que se transmitían, como he dicho antes de boca en boca, y al amor de la lumbre en largas noches de tertulia. Con el tiempo, mi natural curiosidad me hizo interesarme por este tipo de hechos, pero ya en libros, documentales y programas de radio que me hicieron reflexionar y llegar a la conclusión de que, de alguna manera, lo extraño siempre ha acompañado al hombre en su deambular por la vida.
Por ello, querido viajero, quiero invitarte a que plasmes aquí tu historia, que compartamos experiencias, que reproduzcas qué te contaron, quién te lo contó y cómo te sentiste al escucharlo. Un suceso imposible, una leyenda de tu tierra, cualquier narración que nos permita asombrarnos. He decidido titular el blog España Misteriosa, pues mi intención es que visitantes de todos los rincones de nuestro país nos abran la ventana a esa parte enigmática que no por inexplicable es menos real.
En un mundo en el que todos los días descubrimos algo nuevo, en el que la tecnología parece poder conseguir que cualquier cosa sea posible, ¿no crees que estamos perdiendo la capacidad de asombrarnos? Creo que coincidirás conmigo en que sin esta capacidad de sorpresa, la vida pierde bastante interés.
Me gustaría también que este blog sirviera como reconocimiento a las personas mayores, tanto a aquellos que nos han abandonado, como a los presentes, de los cuales tanto tenemos que aprender. Manifestemos nuestro respeto por ellos y hagámosles el homenaje de transmitir sus historias, para que no caigan en el olvido y sigan fascinando a mucha gente cuando ellos ya no estén.
No quiero aburrirte más, querido viajero, así que te invito a iniciar conmigo una travesía en la que no importa el punto de llegada, pues lo importante es el propio viaje.
Bienvenido a España Misteriosa.
Me voy a presentar. Mi nombre es Álvaro y vivo en Madrid. Nací en Cáceres en 1985, aunque pasé la mayor parte de mi infancia en un lugar maravilloso llamado Garrovillas de Alconétar, pueblo singular donde los haya, por su habla, por su historia, por su gente. Después de vivir unos pocos años en Cáceres, me trasladé a estudiar a Madrid. Actualmente soy ingeniero técnico aeronáutico y reparto mi tiempo entre mi trabajo en una empresa consultora y las clases de organización industrial en la universidad, procurando no dejar de lado mi gran afición, que es la lectura.
Desde que tengo conciencia de mí mismo, una constante ha estado presente en mi vida: la curiosidad. Pero no me entiendas mal, viajero. No hablo de un interés morboso por la vida de los demás, actitud que siempre he considerado despreciable y que en no pocas ocasiones se transforma en vicio. Me estoy refiriendo a una sed que nunca se apaga por comprender o, por lo menos reflexionar sobre los misterios de la vida.
Cuando de pequeño visitaba a mi anciana abuela en un pueblo cercano, me quedaba embobado escuchándola durante largas horas en la soledad y quietud de la noche. Ella, que a pesar de saber a duras penas leer, se expresaba de esa manera tan especial que sólo los años y la madurez de toda una vida sencilla, imprime a las palabras y me contaba multitud de historias que alimentaban mi desbordante imaginación.
De entre todos sus relatos, los que más me impresionaban eran aquellos en los que narraba sucesos a los que no se encontraba explicación. Anécdotas que se transmitían, como he dicho antes de boca en boca, y al amor de la lumbre en largas noches de tertulia. Con el tiempo, mi natural curiosidad me hizo interesarme por este tipo de hechos, pero ya en libros, documentales y programas de radio que me hicieron reflexionar y llegar a la conclusión de que, de alguna manera, lo extraño siempre ha acompañado al hombre en su deambular por la vida.
Por ello, querido viajero, quiero invitarte a que plasmes aquí tu historia, que compartamos experiencias, que reproduzcas qué te contaron, quién te lo contó y cómo te sentiste al escucharlo. Un suceso imposible, una leyenda de tu tierra, cualquier narración que nos permita asombrarnos. He decidido titular el blog España Misteriosa, pues mi intención es que visitantes de todos los rincones de nuestro país nos abran la ventana a esa parte enigmática que no por inexplicable es menos real.
En un mundo en el que todos los días descubrimos algo nuevo, en el que la tecnología parece poder conseguir que cualquier cosa sea posible, ¿no crees que estamos perdiendo la capacidad de asombrarnos? Creo que coincidirás conmigo en que sin esta capacidad de sorpresa, la vida pierde bastante interés.
Me gustaría también que este blog sirviera como reconocimiento a las personas mayores, tanto a aquellos que nos han abandonado, como a los presentes, de los cuales tanto tenemos que aprender. Manifestemos nuestro respeto por ellos y hagámosles el homenaje de transmitir sus historias, para que no caigan en el olvido y sigan fascinando a mucha gente cuando ellos ya no estén.
No quiero aburrirte más, querido viajero, así que te invito a iniciar conmigo una travesía en la que no importa el punto de llegada, pues lo importante es el propio viaje.
Bienvenido a España Misteriosa.
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